Nuestras armas no son carnales sino poderosas en Dios, es parte de los que dice 2 de Corintios 10:4 en adelante ¡Estudiemos un poco este texto bíblico!
Antes de comenzar, te dejo el versículo tal cual, por si es lo que estás buscando, y luego vamos con la enseñanza:
2 Corintios 10:4
4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
RVR1960
Anteriormente hablamos un poco de lo quera Guerra Espiritual, incluso compartimos algunos consejos de cómo hacerlo, puedes leerlo en el siguiente enlace: Cómo ejecutar la Guerra Espiritual.
Y en el tercer punto citamos 2 Corintios 10:4 en adelante, aquí expandiremos un poco dicho punto.
Nuestras armas no son carnales sino poderosas en Dios
En el mensaje que citamos anteriormente, aprendimos lo siguiente:
- A Pablo se le estaba acusando de carnal o mundano, estaban dañando su testimonio.
- A diferencia de lo que decían, el aclara que sus armas no son carnales, sino poderosas en Dios.
- Y estas armas tenían una función que la vemos en el texto bíblico que es para la destrucción de fortalezas, y si sigues leyendo los otros versículos, también dice que derriba todo argumento y altivez que se levanta en contra del conocimiento de Dios.
- En otras palabras, Pablo no se defendía solo por ego, sino porque, ese ataque que estaba recibiendo, podía dañar el hecho de que otras personas conocieran a Dios.
En ese mensaje que estudiamos antes, concluimos que para hacer guerra espiritual no debemos hacerlo para defendernos porque alguien hirió nuestro ego, sino porque de verdad nos importa el propósito de Dios.
- Recomendación relacionada a este tema: Nuestra lucha no es contra sangre ni carne (I Parte)
Bien, en este mismo contexto, te quiero enseñar algunas verdades respecto a este versículo de la bíblia: nuestras armas no son carnales sino poderosas en Dios ¡Veamos!
1. Las armas que utilicemos revelan nuestra milicia
Vamonos a un versículo antes, y nos encontramos con el popular “Aunque andamos en la carne, no militamos en la carne, porque…” y allí viene nuestro texto en estudio.
Es decir, podemos decir que no militamos en la carne porque nuestras armas no son carnales. Te pregunto ¿Cuáles son tu armas? Y podemos mencionar muchas, pero citemos algunas de las más conocidas:
- La verdad.
- Justicia.
- Salvación.
- El evangelio.
- La fe.
- La espada del espíritu.
- Oración, etc.
Si nada de esto está en nuestro diario vivir, y por el contrario predominan las obras de la carne, no podemos decir lo que dijo Pablo “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales”.
Amigo y hermano, no importa cuanto reprendamos, o declaremos. Si no tenemos una vida donde se manifieste el fruto del Espíritu y donde utilicemos las armas de la milicia de Dios, ninguna Guerra hará efecto a nuestro favor.
Para reflexionar, meditemos cuáles están siendo nuestras armas en nuestro vivir diario. Y comencemos a caminar como la milicia de Dios.
2. Sino poderosas en Dios
Analizando el texto nos propone lo siguiente: no son carnales sino poderosas.
Mira esta ilustración porque te quiero mostrar algo. Es como cuando dices no es blanco sino negro. Si no te dijera que es negro, te quedarían muchas dudas, puede ser gris, amarillo, rosa, etc.
Y así sucede con muchos cristianos hoy en día. Sabemos que nuestras armas no son son carnales, pero no conocemos qué son en realidad, su esencia.
E inconscientemente hemos sustituído el “sino poderosas en Dios”, con palabras como “Nuestras armas no son las malas palabras (carne) al discutir, sino orar”; “Nuestras armas no son la venganza, sino leer la palabra para fortalecernos”… y no está mal del todo.
El problema es cuando leer la palabra y orar, simplemente es un acto normal, que carece del poder de Dios.
La clave es el poder de Dios
Hermano y amigo, la esencia de nuestra arma no es la oración, ni la palabra… es todo eso pero movido por el poder de Dios. Orar y hacer cualquier cosa sin el poder de Dios nos limita.
¿Hay personas que oran sin el poder de Dios? Sí, y debemos ser humildes para reconocerlo. Muchas veces oramos por costumbre, obligación, miedo a Dios, hábito… pero no con el entendimiento de que por medio de esa oración el poder sobrenatural de Dios está operando.
Por eso oramos y nos afanamos, leemos la palabra y seguimos pecando… porque dejamos a un lado el poder de Dios.
A partir de ahora, cualquier cosa que hagas, ten en cuenta que es el poder de Dios operando. Debes visualizarlo y creerlo. No pongas la fe en que tan bien oras o entiendes la palabra, sino en la unción del Espíritu Santo.
Curiosidad acerca de la oración como arma
Es curioso que oremos y nos quejemos porque Dios no hizo algo, cuando ni siquiera al orar, ese poder que iba a obrar no lo pudimos manifestar en nosotros, te explico mejor:
Decimos, oré porque Dios libertara del vicio a mis hijos, pero no pasó nada en ellos, y nosotros seguimos igual. Cuando se supone que si tu oración estaba cargada de poder, a ti fue al primero que debió conmocionar.
Y no se trata de emocionalismo, o sentir físico. Sino de estar consiente que cuando oro no es cualquier cosa lo que está en mí, sino el Espíritu Santo, quién, sin duda alguna te redarguye, te confronta, te consuela.
No cortes el fluir del poder de Dios, si estás orando por tus hijos, y de manera extraña te sientes confrontado ¡Alégrate! porque es señal de que el poder de Dios está operando.
En otras palabras: si oras, y sientes que debes corregir algo en tu vida, no lo ignores, ora también por ello y camina en obediencia. No siempre es satanás que te está acusando, puede ser el Espíritu queriendo corregir.
Conclusiones: nuestras armas no son carnales
¿Alguna duda acerca de “nuestras armas no son carnales sino poderosas en Dios”? Seguro que podemos ampliar este tema, pero te hemos enseñado lo que creo que es la base:
- Utilizar las armas espirituales como muestra de que sí pertenecemos al ejército de Dios y no militamos en la carne.
- Entender que la clave es el poder de Dios por medio del arma que utilicemos. No es que tan bien oremos o leamos, sino el poder sobrenatural de Dios.
Dejemos que ese poder actúe en nosotros para que pueda fluir y ser de bendición para otras personas.